Los poetas pueden tener mucho de brujos.
Uno de ellos, español, llegó invitado a Quito en el 2009 para la Feria del Libro. Asociado a las canciones de Joaquín Sabina, Benjamín Prado confesó, entre otras, una gran verdad: la poesía es más importante que la economía. La predicción se cumplió en Ecuador en noviembre de 2012 con la V Feria Internacional del Libro, organizada con éxito por los Ministerios de Cultura y el todavía existente de Coordinación de Patrimonio Cultural y la Cámara Ecuatoriana de Libro.
En el festival de palabras, ideas
y libros –muchos libros, para una ciudad todavía pequeña- hubo música en todos
los pabellones. Claro!, porque mi apreciación coincide con otra verdad de bulto
de Prado: no hay un buen poema, que no
tenga música; tampoco hay una buena canción que no tenga poesía.
Así, en la V FIL-Q hubo música y poesía, para todos los gustos. Y todavía resuenan en los visitantes.
Así, en la V FIL-Q hubo música y poesía, para todos los gustos. Y todavía resuenan en los visitantes.
Con atinado lema, “somos nuestra memoria”, el evento propuso como directrices la descolonización, los derechos culturales, la nueva identidad ecuatoriana contemporánea, y los emprendimientos en la cultura. Los expositores registraron apreciables ventas que este 2013 deben superarse. Al final de la jornada la organización juntó el éxito económico con el interés público por la lectura.
Escritores de doce países participaron
activamente y dejaron excelente impresión. La ocasión sirvió también para desenterrar con
gratitud a los muertos, que se los recuerda en la canción y poesía popular. Un narrador, ensayista y crítico literario, profesor
en la Universidad Andina Simón Bolívar, Raúl Serrano Sánchez, presentó “Rondando a J.J. Tributo a Julio Jaramillo
Laurido”. La obra recopila los trabajos de ocho importantes escritores
ecuatorianos sobre el mito popular de la canción ecuatoriana y de siete países
de Latinoamérica, conocido internacionalmente como Mr. Juramento o El ruiseñor
de América.
En el país el pueblo evoca las
estrofas del inmortal poema que caló en el pueblo de barriadas y casuchas,
cabarets y algunas rocolas que todavía suenan en cantinas y lupanares que
alojan a desamparados y menesterosos, pero reviven sus sueños con pasillos, boleros,
tangos y valses de J.J., combinados con la voz de Celia, (“azuquita”!) y el
ritmo pegajoso de la Sonora Matancera. Después de muerto J.J, en 1978, con apenas 43 años, Fernando Artieda,
versificador guayaquileño capaz de entrar en las entrañas populares, escribió
Pueblo, Fantasma y Clave de Jota Jota.
El autor, Raúl Serrano, en la presentación de su apludida obra sobre JJ |
Julio en vida fue mirado con
indiferencia que bordeaba el desprecio por la “gente bien” y la clase media de
Guayaquil y Ecuador. Es que cantaba la música que gustaba a los cholos y las
empleadas domésticas, decían. Ahora, los “pelucones” (término impuesto por el
actual Presidente Rafael Correa), también ensayan las canciones cada vez más
populares de Julio, “el zorzal, el lírico, el artista…, el duro el brava el
superbacán el pinga de oro el cantante más pesado que ha tenido el ecuador”,
como recitaba el porteño Artieda en la década de los ochenta.
De todo esto habla Raúl Serrano
en su libro sobre J.J., el bohemio y cantante ecuatoriano que puso en práctica
la máxima marinera de “en cada puerto, un amor”, con 27 hijos debidamente
registrados en doce países. Esta obra se actualiza con las canciones de JJ que algunas radiodifusoras de Quito todavía reproducen.
El domingo 11 de noviembre, protocolo
aparte, buscamos a Raúl para hablar sobre su obra. Aladeando la lluvia y el
frío de la tarde invernal, entre sorbos de café, Serrano explicó: En el
imaginario cultural ecuatoriano el pasillo tiene enorme incidencia porque
mayoritariamente expresa una cultura del sentimiento. Julio Jaramillo al
interpretar las canciones del pasillo imprime una marca que acentúa la
interpretación dramática y melancólica, sostiene el autor.
Juan Carlos Boada, de Radio Municipal, en diálogo con Serrano |
Las empresas que promueven la cultura con los libros presentaron un magnífico "stand" |
Las pupilas dilatadas de grupos
de jóvenes ante las vitrinas de fondos editoriales y librerías me recordaron
que “las palabras, para bien o para mal, poseen un inmenso poder. Pueden
inspirar o sofocar. Depende de nosotros”, como destaca Kevin Hall, conocido por
ayudar a personas y empresas a definir
caminos y encontrar mejores horizontes a través del lenguaje y el conocimiento
profundo del secreto de las palabras. Este fue el mayor acierto de las
instituciones convocantes.
Textos “dulces” y obras
utilitarias. En la feria quiteña estuvieron
los clásicos y también los top, incluyendo Best Seller; se recordó al “boom”
latinoamericano: Rulfo, García Márquez, Vargas Llosa, Cabrera Infante, hasta
Neruda y la mexicana Sansores. Hubo espacio para todos, con espacio suficiente
para la vampirología, ciencia ficción y,
por supuesto, las diferentes biografías sobre Steve Jobs. Realmente importante
fue que los diversos grupos de público que compraron libros comenzaron a vivir
los nuevos mundos que les ofrecieron autores nacionales y extranjeros.
Ahora, en el 2013 que ya termina, damos gracias a los Ministerios de
Cultura, a la desaparecida Coordinación de Patrimonio y a la Cámara Ecuatoriana de Libro por
brindar a la Capital del Ecuador la posibilidad de dar nuevos sentidos a los
días, empezar a soñar que no hay mundos imposibles ni metas que no se puedan
conquistar.
Todavía hay mucho por mejorar, pero se dieron pasos gigantes en la dirección correcta.
Todavía hay mucho por mejorar, pero se dieron pasos gigantes en la dirección correcta.
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