Como muestra
clara de ética empresarial, un siglo atrás un importante empresario europeo
sentenció “prefiero perder dinero y no confianza”, en referencia a la buena
reputación que deben tener, a toda costa, las industrias en su afán de mantener
la clientela. Desde entonces, debajo del puente por donde debe transitar la
responsabilidad y ética de las empresas ha corrido mucha agua…, y los resultados
son magros.
Las
directrices que se desprenden de las virtudes y moralidad que los negocios
deben ofrecer al mercado-comprador en los productos y servicios, parecen ser
más vulnerables con la competencia globalizadora. Tal vez ninguna actividad
productiva refleja con mayor crudeza esta falencia como la industria
farmacéutica del mundo.
Quince años
atrás, médicos especialistas en neurología del Instituto Nacional de Parkinson
de la Universidad de Miami le diagnosticaron al ciudadano ecuatoriano, Alfredo
Paredes Santos, de la enfermedad de Parkinson, dolencia neurológica que va degenerando
progresivamente y afecta al movimiento. Se le prescribió el medicamento Mirapex,
fabricado por la compañía farmacéutica Boeringher Ingelgeim, con la recomendación
de que el fármaco era el más nuevo tratamiento para la dolencia.
En agosto de
1997 comenzó a tomar la medicación en dosis que luego fueron aumentando.
Mirapex no se vendía en las farmacias del Ecuador hasta el 2006, por lo cual
debía viajar continuamente a Estados Unidos para chequeos médicos y obtener las
recetas para comprar las medicinas “salvadoras”. Desde entonces,
Alfredo Paredes y su familia han sufrido un calvario.
EFECTOS
SECUNDARIOS
“Nunca se me
advirtió de ningún efecto secundario que el consumo de Mirapex podía generarme,
por lo que guardaba absoluta confianza en el medicamento, hasta cuando empecé a
advertir los terribles trastornos que me produjo”, afirma Paredes Santos en el
escrito presentado a la Corte Provincial de Justicia de Pichincha dentro de la
demanda contra la empresa fabricante de Mirapex y los médicos norteamericanos
que prescribieron el medicamento. El reclamo, que llegará a las Cortes de
Justicia en Estados Unidos, es por Daño Moral.
Los años de
tratamiento con esta “medicina”, entre 1996
Y 2009, provocaron en Alfredo Paredes la adicción a la comida, gastos descontrolados en general y fuertes
pérdidas en salas de juego con máquinas tragamonedas (ludopatía), además de episodios
de sueño repentino, aumento de peso y severas alteraciones en su conducta. El
desconocimiento de los efectos secundarios por consumo del medicamento Mirapex
generó delicadas situaciones en el enfermo y su familia: graves pérdidas de
patrimonio, deterioro de la relación
familiar, daño en la bien ganada reputación profesional y honorabilidad de
Alfredo Santos.
El
comportamiento irracional del paciente se detuvo con la intervención del prestigioso
médico psiquiatra ecuatoriano Carlos León, quien aconsejó la suspensión del uso
del Mirapex.
¿Cómo sabemos
que los medicamentos bajo prescripción son buenos?, sostienen los especialistas
cuando examinan con sentido crítico los programas de investigación y desarrollo
que realizan las firmas de la industria farmacéutica. Para precautelar el
interés de ciudadanos y consumidores, la Administración de Alimentos y Drogas
de EE.UU. (FDA), exige rigurosos ensayos clínicos que prueben los medicamentos
en numerosas personas, en condiciones de exhaustivos controles, para probar la
eficacia del medicamento sujeto a pruebas. Pero todo esto no siempre se cumple.
En el objetivo de simplemente ganar
astronómicas cantidades de dinero, en alto porcentaje del negocio las firmas
acuden a prácticas dudosas de la industria y minimizan –a la expresión más
pequeña que el lector pueda imaginar- las aspiraciones y expectativas de
curación de los enfermos. Entonces cabe la pregunta ¿Qué significación tiene
la vida si el valor mayor está en el
dinero?
CUÁNTO VALE
UNA VIDA?
La vida no es
ausencia de la muerte. Vida es la permanente acción que el ser humano realiza
cada instante, se incrementa en familia y en sociedad para cumplir objetivos
superiores con el trabajo creativo,
solidario, pleno de afectos y virtudes. La vida se manifiesta en el
mundo interior de cada individuo y evidencia externamente con la participación
dinámica y proactiva en sociedad.
Estas y otras
reflexiones probablemente se hizo Alfredo Paredes Santos cuando experimentaba,
con dolor íntimo, su “inclinación” a formas irregulares de conducta, alejadas
de aquellas que le habían servido para ganarse un elevado sitial como
profesional en Ciencias Administrativas, aclamada autoridad académica y docente
de prestigiosas universidades del Ecuador, reconocido consultor en Ecuador y de
nivel internacional, y funcionario público de elevados puestos jerárquicos.
Todo este mundo se estaba destruyendo por su inclinación al juego y gastos desmesurados
que minaban su patrimonio.
El drama
familiar, con el asombro y dolor de esposa, hijos y nietos, alcanzó ribetes de
telenovela. Después de seis años de sufrimiento, la esperanza comenzó a surgir
al suspender el medicamento y buscar salud en otros caminos. Hoy, la familia
Paredes García respira con mayor tranquilidad y ponen la fe en las autoridades
de Ecuador y Estados Unidos para reconocer el daño moral y patrimonial sufrido
por el consumo de Mirapex, debido a la inexcusable falta de la fabricante
Boheringer Ingelheim, de los EE.UU. para
advertir oportunamente de los riesgos que implica la ingestión del “remedio”.
Es conveniente
destacar que en varios países, especialmente en Estados Unidos y Canadá se han
presentado demandas similares en contra de la farmacéutica Boheringer Ingelheim
sobre los efectos que produce Mirapex.
SE PRACTICA
REALMENTE LA RSC?
En esta
materia habrá “mucha tela que cortar” y se
gastarán cantidades de tinta para examinar más profundamente las
múltiples facetas de los negocios. La idea del desarrollo humano cobra especial
relevancia cuando el reto de la globalización es buscar equilibrios para el
crecimiento de negocios y empresas, con utilidades legítimas, con los intereses
superiores de pueblos y personas. Conviene poner énfasis en los Objetivos del
Milenio, que privilegia el combate a las
carencias de salud y lucha contra las enfermedades, junto a la
mitigación de la pobreza, definiendo nuevos parámetros para incorporar la
salud, la paz y la seguridad como Bienes Públicos Globales (Global Public
Goods).
Estos nuevos
marcos referenciales se relacionan estrechamente con las actuales formas éticas
de hacer negocios en el mundo. Aquí comienza el tránsito de las formas inéditas
de relacionamiento entre la empresa y la sociedad de la cual obtiene
beneficios, superando las formas ortodoxas e injustas del nefasto capitalismo.
Bien entendida y practicada, la Responsabilidad Social Empresarial o
Corporativa supera largamente el marketing y asistencia social. Reglamentada
desde diciembre del 2010 como ISO 26000, se inscribe en la escalera que se
comienza a formar para llegar a la economía con moral y ética.
Los
empresarios norteamericanos acuñaron largo tiempo atrás el concepto “doing well
by doing good”. Casos como el del Dr. Alfredo Paredes, que es el primero
registrado públicamente en Latinoamérica, conducen inevitablemente a la
reflexión sobre la reforma exhaustiva que merece la industria farmacéutica y la
profesión médica; así como los organismos que los controlan, recordando primero
que todos justifican su existencia por servir a la comunidad.
Escribiremos
más sobre todo esto.
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